En el servicio cultivaron un matrimonio santo que multiplicó en los hijos, los dones de la generosidad y la entrega.
Por Constanza Morales/Revista Católica Dallas
Con frecuencia y como resultado de la edad, a Herminia le cuesta recordar la edad exacta de sus cuatro hijos adultos. Pero no es tan difícil si le pregunta a su esposo Pedro. Juntos dudan mientras repasan momentos de sus 54 años de casados y al final dan con la respuesta correcta.
La memoria falla con la edad. Sin embargo el amor y la fe inquebrantable de estos esposos que se conocieron en la infancia en Ocampo, Guanajuato, México, es inalterable.
“Lo conocí cuando tenía 11 años”, recordó Herminia haciendo un esfuerzo por recuperar detalles esquivos en la memoria.
“Un poco después nos mudamos de ese sector y recuerdo que el siempre pasaba por mi calle para verme”, agregó.
A la inocencia de la infancia, siguió un noviazgo breve cuando ambos tenían 16 años. “Duramos poco tiempo y rompimos. El se fue a trabajar a Estados Unidos y yo me quedé en México”, recordó Herminia.
Cuando ambos tenían 23 años, Pedro regresó a Ocampo con su amor por Herminia más vivo que nunca.
La pareja contrajo matrimonio el 21 de agosto de 1970. Los detalles de aquel día reposan en la memoria de los esposos, pues no hubo un fotógrafo presente. “Fueron tres bodas en tres días seguidos y cada una tuvo un inconveniente”, narró Pedro. “A nosotros nos hicieron falta los retratos”, comentó.
Con esa humildad de corazón y esa paciencia liviana, los esposos Dávila levantaron un hogar fincado en la fe y formaron a sus cuatro hijos en el servicio a la Iglesia.
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Pie de Foto: Herminia y Pedro Dávila enseñan una foto de su matrimonio hace 54 años en Ocampo, Guanajuato, México. La pareja posa en la Iglesia de Santa Cecilia, el 24 de agosto, cuando recibieron una bendición especial por su aniversario. Foto: Cortesía.