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Revista Catolica

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De la oración al servicio: el Ministerio de Música como llamado de Dios

DALLAS– Hace casi dos décadas, bajo el cielo estrellado de Arkansas, César Jesús Anguiano elevó una oración silenciosa al Señor: una petición para tener la oportunidad de hacer música , y para la Iglesia. Ahora, vive esa oración contestada a diario como director del ministerio musical en la Catedral del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe.
El comienzo profesional de Anguiano en la Catedral en 2016 —primero como director del coro español de la comunidad y luego, a partir de 2023, como director del ministerio de música— fue como un regreso a casa para Anguiano, quien había conocido inicialmente a la comunidad en 1998 después de mudarse del sur de Texas a Dallas .

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Con pasos pequeños, nace nueva era de la tradición guadalupana

DALLAS— Desde que tenía tres años, Daniel Avilez, supo que quería bailarle a la Virgen de Guadalupe. Cuatro años después, este diciembre, su sueño se hizo realidad cuando la Danza Matachines de la Catedral Santuario Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe, convocó a niños entre los 4 y 14 años, para dar forma a un nuevo capítulo: la danza Estrellitas de la Virgen.
El ministerio encontró en la formación de nuevos danzantes, la mejor forma de celebrar medio cuarto de siglo de historia en la Diócesis de Dallas.

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Un encuentro que transforma: medio siglo del Movimiento de Cursillos

DALLAS — Lo que empezó como una inquietud de dos frailes capuchinos un 9 de enero de 1960, cuando admiraron la devoción de los esposos Inés y Juan González en la capilla de Nuestra Señora de Lourdes en Dallas, trajo a nuestra diócesis un movimiento de evangelización, que este año celebra medio siglo.
Los esposos González, de paso por Dallas, habían vivido un Cursillo de Cristiandad en la vecina ciudad de Waco y fue su devoción lo que llevó a los frailes capuchinos a experimentarlo y traerlo a la Diócesis de Dallas, hace 50 años.

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Multitudes de peregrinos celebraron a la Virgen Morena con fe y gratitud

DALLAS—Llegar el 11 de diciembre de rodillas y cargando una estatua de piedra de la Virgen Morena, fue para José Martinez “una pequeña manda para agradecerle por todas las bendiciones”, dijo el también feligrés de la Iglesia de San Agustin en Dallas.
Junto a Martinez, una decena de mil guadalupanos colmó la calle Ross en el centro de Dallas, el 11 de diciembre, víspera de la Fiesta de Santa María de Guadalupe, con la intención de visitar la Catedral dedicada a la Virgen Morena, patrona de Dallas y las Américas.
Con la conclusión de la novena en su honor, la gente llenó las bancas del Santuario desde las 6:30 p.m. para rezar el santo rosario que estuvo seguido de danzas de matlachines y cantos.
A las 10 p.m. el obispo Edward J. Burns concelebró la misa junto al rector de la Catedral, el padre Jesús Belmontes. A la medianoche se cantaron Las Mañanitas a la Virgen a ritmo de banda norteña.
LLENOS DE GRATITUD
“Vengo de corazón a ver a la Virgen porque Ella siempre está conmigo, en las buenas y en las malas”, afirmó Martinez, vistiendo una tilma de San Juan Diego con la imagen de la Virgen Morena en su pecho.
El atuendo lo ha vestido cada 12 de diciembre desde que llegó de México al norte de Texas hace 15 años. “Siempre he sido devoto y a Ella le encomiendo a toda mi familia”, comentó. La estatua que llevó en brazos, dijo, es “un símbolo de que cuando estoy con ella, se van todos mis problemas”.
Así como para Martinez, para las familias Lara, Velazquez y Avilés, llegar a “felicitar y agradecer” a la Virgen de Guadalupe en su día, no era una opción, sino una obligación, “un acto de fe al que no podíamos faltar”, dijeron.
Fueron unos diez miembros de estas familias que en el día de la Virgen de Guadalupe, quisieron peregrinar para recibir las indulgencias del Año Jubilar.
“Venimos a agradecerle a la Virgen por varios milagros que hizo en nuestras familias”, dijo Araceli Lara.
“Es algo celestial poder estar aquí en su casa, en su santuario y agradecerle por todos los milagros que nos concede Dios a través de la Virgen de Guadalupe”, agregó Carolina Avilés, asegurando que tras recibir la indulgencia, “me siento bendecida, ligera y agradecida porque pude sacar almas del purgatorio y al mismo tiempo venir a celebrar a la Virgen, ya que siempre hemos sido guadalupanas”, dijo la mujer originaria de Guanajuato, México.
NO ESTÁN SOLOS
Hablando en español, el obispo Edward J. Burns dijo a los fieles reunidos en la santa misa, que la Virgen de Guadalupe “los ama aún más”.
“Gracias por su fe, gracias por su amor a nuestra Madre”, agregó recordando que la Virgen de Guadalupe apareció no frente a los poderosos, “sino a un hombre humilde, a San Juan Diego. Y hoy Ella les habla a ustedes de la misma manera, ella les dice “no tengas miedo, ¿no estoy yo aquí que soy tu madre?”, recordó.
“Nuestra Señora de Guadalupe camina con ustedes en estos momentos y yo como su obispo, yo camino con ustedes también, la Iglesia camina contigo, ustedes no están solos”, agregó expresando enfáticamente “a los miembros de la comunidad inmigrante” que “la Iglesia es su hogar, es su casa, ustedes no están en los márgenes de la Iglesia, ustedes son la Iglesia”, afirmó.
Antes de que el obispo diera la bendición final, el padre Belmontes agradeció a todos los ministerios de la Catedral por su esfuerzo en “entregar una fiesta digna para nuestra madre”. Asimismo agradeció a todos los presentes “que acompañaron al obispo Burns y exhortó a que el mensaje del obispo lo lleven en el corazón. “Esta es la casa de nosotros y somos bienvenidos, porque Ella (la Virgen) nos adopta a todos”, dijo.
Jorge Hernández, ministro de eucaristía en la Catedral, apoyó en los servicios de hospitalidad y asegura que recibir a tantos peregrinos cada año es una mezcla de “alegría y nostalgia porque conmueve ver tanta gente que llega frente a la Virgen a agradecer, pero también con sus necesidades”, dijo agregando que “esa necesidad me inspira a orar más, a estar más fuerte en mi fe y a través de la Virgen pedirle a nuestro señor Jesucristo por todos”.

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Es de bien nacido ser agradecido

Crecí escuchando este refrán de mis padres y abuelos; hasta Don Quijote nos lo recuerda sabiamente. Muchas veces imploramos a nuestros hijos que sean agradecidos por todo lo que Dios nos ha dado frente a tanto sufrimiento en este mundo. Sin embargo, no podemos perder de vista que la gratitud es en sí misma una virtud humana que tiene conexión directa con la alegría.
Como ocurre con muchas cosas en la vida, la alegría no se reconocería sin la tristeza; tenemos que ver la oscuridad para apreciar la luz. Brené Brown, investigadora considerada una de las líderes más influyentes en el estudio de las emociones humanas, ha mostrado cómo la práctica de la gratitud nos abre el corazón a la alegría.