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Padre López: ante el miedo y la incertidumbre la gracia de Dios brilla más

Por: Padre Iñigo López
Especial para Revista Católica Dallas

En medio de los desafíos que enfrentan muchas familias inmigrantes en nuestra comunidad, especialmente aquellas que han dejado su tierra en busca de seguridad y una vida mejor, la Iglesia se mantiene como un faro de consuelo, esperanza y unidad. Hoy más que nunca, sentimos en el corazón el llamado a ser una sola familia en la fe, una familia que sabe acompañar, consolar y levantar.
Es comprensible que el miedo y la incertidumbre se hagan presentes cuando no se tienen respuestas claras o cuando el futuro parece incierto. Pero no estamos solos. La historia de nuestra fe está tejida por momentos de prueba donde la gracia de Dios ha brillado con mayor fuerza. Como aquellos discípulos que se encerraron llenos de miedo tras la muerte del Señor, también nosotros, a veces, nos sentimos paralizados. Y, sin embargo, el Resucitado se hace presente entre nosotros con un mensaje que no ha perdido fuerza: “La paz esté con ustedes”.
La paz de Cristo no es ausencia de problemas, sino certeza de que Él camina con nosotros. Su presencia no siempre cambia las circunstancias de inmediato, pero transforma el corazón y nuestra manera de vivirlas. La paz de Cristo es fuerza para continuar, es luz que disipa la oscuridad, es consuelo para el alma herida.
En estos tiempos, donde tantas familias enfrentan procesos legales complejos, separaciones dolorosas o incertidumbres migratorias, nuestra respuesta debe ser la de una comunidad solidaria, una comunidad que ora unos por otros, que se sostiene mutuamente y que no se cansa de servir con alegría. Porque donde hay oración sincera y caridad concreta, allí está Cristo presente.
Muchos de nosotros podemos recordar momentos pasados donde creímos que todo estaba perdido y sin embargo, Dios abrió un camino. Quizás una llamada, una ayuda inesperada, una oración escuchada. Esa memoria de la fidelidad de Dios es la que hoy debemos volver a encender en el corazón. Si Dios ha sido bueno antes, lo seguirá siendo ahora.
Por eso, es la hora de renovar nuestra confianza en el Señor. De acercarnos a Dios, como acto de comunión, de buscar espacios de silencio donde escuchemos su voz, de extender la mano al que sufre, no desde la abundancia, sino desde la compasión. La esperanza no es ingenuidad, es saber que Dios actúa, aunque no siempre lo veamos con claridad.
Recordamos el mensaje de nuestro obispo Edward Burns: en el espíritu de Cristo quien dijo: “Fui forastero y me recibiste”, exhortamos a todos los católicos a responder no con un espíritu de división o ira, sino con fe, oración y compasión. A través de nuestras parroquias, Caridades Católicas y oficinas diocesanas, continuaremos ofreciendo apoyo, atención pastoral y acompañamiento espiritual a quienes lo necesiten”.
Somos un pueblo en camino, sostenido por la fe y animado por el amor. Que en medio de esta travesía, nuestra comunidad no se encierre en el miedo, sino que se abra a la esperanza, a la misericordia y al consuelo que sólo el Señor puede dar.

El padre Iñigo López es el párroco de la Iglesia del Sagrado Corazón en Rowlett.

Pie de foto: Inmigrantes venezolanos reciben un rosario de manos del obispo de El Paso, Mark J. Seitz, durante su visita al campamento en la riviera del Río Grande en México, el 29 de octubre de 2022.
Foto: CNS/Hope Border Institute

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