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José Ocaña: un hombre de fe
José Ocaña posa el 21 de abril, en la parroquia de la Divina Misericordia en Mesquite. En menos de un mes, Ocaña será ordenado diácono permanente para la Diócesis de Dallas. Especial para RC/Ben Torres

REVISTA CATÓLICA DALLAS

Desde que conoció a su esposa Raquel, el próximo diácono, José Ocaña, sintió arder en su corazón una llama que 35 años después lo mantiene enamorado del servicio a Dios. Ella lo acercó a la vida de la Iglesia y él se transformó espiritualmente. Este 21 de mayo, los esposos, culminan siete años de intensa preparación en la fe, cuando José sea ordenado como diácono permanente de la Diócesis de Dallas. La pareja que se conoció en México y ha estado unida desde la adolescencia, pertenece a la parroquia de la Divina Misericordia en Mesquite. El matrimonio vive este momento con profunda gratitud. Revista Católica conversó con Ocaña para conocer los detalles de su jornada espiritual y cómo en ese bello renacer, su esposa y la Iglesia, han sido su mayor guía.

¿Puede identificar el momento en el que se sintió llamado al servicio?
Vengo de una familia que no es muy religiosa, pero siempre hubo algo dentro de mí que buscaba a Dios. Mi esposa me introdujo más a la Iglesia y cuando adoptamos a nuestro primer hijo, tuve un encuentro con Dios. Eso sucedió en Chicago. Luego nos mudamos a Dallas y fue el culmen de ese descubrimiento, cuando por casualidad una persona nos invitó a ir a la parroquia de la Divina Misericordia en Mesquite. Allí puedo decir que se abrió un panorama más amplio para mí en el encuentro con Jesús.

¿Qué cosas cambiaron en usted a partir de ese momento?
Lo primero es que empecé a buscar cada vez más ir a la Iglesia a escuchar la Palabra de Dios. Antes era fanático del futbol y prefería ir a los partidos en vez de ir a la Iglesia; eso cambió. Lo hice a un lado. Empecé a orar y aunque no sabía cómo, descubrí ese momento íntimo con Jesús que de inmediato generó un cambio en mí. Recuerdo que en mi trabajo la gente lo notó y me decía lo cambiado que estaba y lo bien que me veía.

Siga leyendo en la edición impresa de la edición de mayo, disponible en las parroquias suscritas de la Diócesis de Dallas.

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