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Un peldaño más arriba en la cima del buen discipulado

Pie de Foto: Jonathan Sanford (Izq), presidente de la Universidad de Dallas, el reverendo Rafael Ramírez (centro atrás), el reverendo Elmer Herrera-Guzman (derecha atrás) y otros profesores asociados al programa de Escuela Bíblica y Certificado de Ministerio Pastoral, posan con el grupo de graduados el 11 de mayo. Foto: Especial para RC/Tacho Dimas

Por Violeta Rocha / Especial para Revista Católica Dallas

IRVING — Durante los últimos tres años María Rosalinda Cuarenta compaginaba su horario de trabajo y dinámica familiar con viajes entre diferentes parroquias de la Diócesis de Dallas, para asistir a sus clases semanales y completar el Certificado de Ministerio Pastoral que comenzó en el año 2021.

Por momentos fue difícil y agotador, pero Cuarenta, quien se desempeña como catequista infantil desde 2017, no dejó que los desafíos se interpusieran en su misión: convertirse en una mejor servidora de la iglesia.

Aunque Cuarenta ha sido feligresa durante casi dos décadas en la iglesia católica de la Santa Cruz uno de sus momentos más especiales llegó el 11 de mayo cuando recibió su diploma después de una misa celebrada en la Iglesia de la Encarnación en el
campus de la Universidad de Dallas, en Irving.

Los esposos Yolanda y Jesus Gutiérrez, se graduaron juntos del programa de Certificado en Ministerio Pastoral del Instituto Neuhoff el 11 de mayo. El matrimonio sirve en la parroquia de la Santa Cruz en Dallas. (ESPECIAL PARA RC/TACHO DIMAS)

FORMANDO DISCÍPULOS
“Ojalá muchos más se animaran a estudiar”, dijo Cuarenta, nacida en San Luis Potosí, México. “Quiero compartir mis conocimientos con los niños en las clases de catecismo de mi parroquia porque quiero inspirarlos a entender y conocer cada vez
más acerca de su fe”, añadió.

Junto con otros seis feligreses de la Santa Cruz, Cuarenta se graduó como parte de la promoción 2024 de la Escuela Bíblica Católica del Instituto Neuhoff de la Universidad de Dallas.

Un total de 32 feligreses de habla hispana que representan a 12 parroquias diferentes de la Diócesis de Dallas se graduaron ese
día.

“Me siento muy orgulloso” declaró Jesús Gutiérrez, originario de Guanajuato, México y quien realizó el programa junto a su esposa
Yolanda.

“Aprendimos a ser buenos catequistas, predicadores y ante todo a ser buenas personas”, afirmó.

Tanto Jesús como Yolanda han servido en la parroquia de Holy Cross durante una década, ayudando en el ministerio de hospitalidad, enseñando a las parejas a prepararse para el matrimonio y como miembros del ministerio Jóvenes Adultos para Cristo.

“La lección más importante que aprendí a través del programa fue que no se trataba de que yo creciera, sino de ver a Cristo crecer en mí”, dijo Yolanda Gutiérrez, también de Guanajuato, México.

“A través de mí y de mi conocimiento, Cristo ahora guiará y enseñará a otros”, agregó. Marido y mujer coincidieron en que la preparación es clave para ministrar mejor al creciente número de feligreses hispanos.

“Somos una comunidad muy grande y no basta con contentarnos con lo que tradicionalmente hemos escuchado de los demás”, dijo Yolanda.

“Tenemos que prepararnos con conocimientos reales, con la experiencia de buenos profesores que han estudiado la fe para poder
transmitirla a otras personas de nuestra comunidad”, añadió.

El reverendo Elmer Herrera-Guzman, reza en compañía del grupo de graduandos de la Iglesia de la Santa Cruz, el 11 de mayo en la Iglesia de la Encarnación en Irving. (ESPECIAL PARA RC/TACHO DIMAS)

UN HITO ANTES LEJANO
El grupo de la parroquia de la Santa Cruz asistió a clases en las parroquias de San Francisco de Asís en Frisco, El Buen Pastor en Garland, San Lucas en Irving y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Dallas, entre otras.

El padre Elmer Herrera- Guzmán, párroco de la parroquia de la Santa Cruz, se siente agradecido por los frutos que estos feligreses traen para el futuro de la Iglesia.

“Su éxito es gracia para mí”, dijo el sacerdote que alentó por primera vez a los feligreses a completar el Certificado de Ministerio Pastoral en 2020, mientras se desempeñaba como vicario parroquial en esa parroquia.

“Me sentí motivado al ver que tenemos personas en nuestra comunidad que quieren cultivar su fe y progresar en la vida, pero más que nada convertirse en mejores discípulos de Cristo”, comentó el sacerdote d origen salvadoreño.

El padre Herrera dijo que el Certificado de Ministerio Pastoral mueve a los feligreses a “enamorarse de la verdad que es Jesucristo y al estar enamorados están preparados para enseñar a otros”.

Los graduados, muchos de ellos provenientes de hogares con ingresos limitados, recibieron ayuda de la parroquia para poder pagar parte del costo del programa de tres años.

Luz Gutiérrez-Olvera, gerente de registro e inscripción del Instituto Neuhoff, dijo que para algunos de ellos, el certificado no solo fue un testimonio de su amor por la Iglesia, sino también un hito que les ha sido esquivo durante la mayor parte de sus vidas.

“Se fueron pastoreando unos a otros, valorando el esfuerzo e incluso dándose una mano para cubrir una parte del costo de la matrícula”, dijo Gutiérrez.

“A nivel individual, esto representa quizá el único certificado educativo que algunos de nuestros alumnos han recibido”, agregó.

Tal fue la experiencia de María Rosalinda Cuarenta. “Nunca me había graduado en mi vida y doy gracias a Dios que no lo hice cuando era joven y que estoy obteniendo esto ahora como adulta”, dijo con el corazón lleno de alegría.

“Nunca pensé que iba a obtener un diploma en certificado pastoral”, añadió Yolanda Gutiérrez. “Pero tenemos que reflejar a Cristo en nosotros mismos”, agregó.

Mirar hacia el futuro para aprender más, es lo Santos Anabel Amaya siente que debe hacer ahora, luego de recibir su Certificado en Ministerio Pastoral.

“Se que hay mucho más que aprender pero esta graduación significa que estamos en el camino de descubrir cuán grandiosas son las cosas de Dios”, dijo quien ha servido a su parroquia durante más de 15 años.

“Cada clase me dio mucho conocimiento y aunque pensaba que era una católica bien educada, ahora reconozco mi falta de conocimiento y cuando leo la Biblia me siento cada vez más enamorada de aprender”, agregó.

Aunque el padre Herrera-Guzmán no estudió en el programa, la experiencia de sus feligreses lo trajo de vuelta a la historia de su mamá, quien era maestra de escuela en El Salvador pero después de migrar a los Estados Unidos tuvo que trabajar en empleos
poco remunerados.

“Empezó a trabajar limpiando en un colegio”, recordó sobre su madre. “Nuestras familias muchas veces tienen que hacer cosas que no están al mismo nivel que hacían en sus países de origen, por eso poder recibir un logro de esta magnitud celebra la dignidad de ellos y eso es muy especial para alguien como yo”, compartió el sacerdote.

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