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Carlos Irula: “La esperanza es la mejor medicina”

Uno de los recuerdos de infancia que el hondureño Carlos Irula nunca olvida es haber recolectado provisiones y llevarlas a su parroquia en Nueva Orleans, Louisiana, para enviarlas a su país, luego del devastador paso del huracán Mitch, el segundo más mortífero del Atlántico, en octubre de 1988.

Por Constanza Morales
Revista Católica Dallas

A este recuerdo, Irula que actualmente dirige la farmacia de la Sociedad de San Vicente de Paul (SvdP) localizada e Garland, sumó el viaje que hizo en la primavera pasada con la misión médica que la Diócesis de Dallas llevó a Bonito Oriental.
La experiencia no fue solo inolvidable porque la misión llevó esperanza a más de 250 personas, sino porque sus padres lo acompañaron, uniéndose como voluntarios y viajando cuatro horas por carretera desde La Ceiba, donde actualmente residen.
“Me siento hondureño y servir junto a mis padres en el que considero mi país, fue un regalo de Dios que me llena de satisfacción y más deseo de servir al prójimo”, dijo Irula que es feligrés de la parroquia de San Antonio en Wylie.
En marzo pasado Dispensary of Hope, uno de los principales socios farmacéuticos de SvdP, le otorgó a Irula el premio Héroe de la Esperanza 2024 por su gran trabajo en la comunidad.
Graduado en biología y especializado como farmacéutico en la Universidad de Louisiana Monroe, Irula de 37 años, se siente muy conectado a su fe y su herencia hispana, gracias al servicio que presta la farmacia que dirige hace más de 15 años en Dallas.
Más del 50 por ciento de los beneficiarios de la farmacia son hispanohablantes. Irula, conversó con Revista Católica acerca de la manera cómo su fe y sus raíces culturales son una parte vital en su misión de llevar ayuda a una población que siente como propia y que enfrenta necesidad y escasez.

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Pie de Foto: Carlos Irula, director de la farmacia de San Vicente de Paul en Garland, posa junto a sus padres Elvia y José Castillo, quienes sirvieron como voluntarios con el equipo de la misión médica diocesana que viajó a Bonito Oriental, Honduras, en marzo pasado. Foto: Cortesía.