Por David Agren
OSV News
(OSV News) — El cardenal Jorge Mario Bergoglio de Buenos Aires hizo historia con su elección el 13 de marzo de 2013, convirtiéndose en el primer argentino y el primer latinoamericano en convertirse en Papa.
Cuando el Papa Francisco murió en el Vaticano el 21 de abril a los 88 años, fue en su Arquidiócesis de Buenos Aires, donde el ahora arzobispo Jorge García Cuerva lo recordó como “el Papa de todos” y “el Papa de los pobres”.
El arzobispo también lo recordó cómo el Papa de todos los argentinos y exhortó al país a recordar a su fallecido compatriota como una figura de unidad en una nación dividida.
“Ahora tendremos que ser un poquito Francisco y poder también ser más misericordiosos entre nosotros. Creo que el mejor homenaje que le podemos hacer los argentinos a Francisco es unirnos. El mejor homenaje que le podemos hacer es tender puentes, es dialogar, es dejar de enfrentarnos todo el tiempo”, dijo monseñor García Cuerva en una Misa celebrada en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires por el Papa Francisco.
“Qué mayor dolor para un padre que ver a sus hijos divididos! Que se vaya Francisco al cielo con la tranquilidad de que sus hijos van a tratar de vivir esa unidad nacional tan pendiente entre nosotros”.
La Conferencia Episcopal Argentina agregó en un comunicado del 21 de abril: “Damos gracias a Dios por la vida, el ministerio y el testimonio de fe de quien supo guiar a la Iglesia universal con humildad, firmeza evangélica y amor incondicional por los pobres, los descartados y los que sufren”.
Aunque su elección provocó muestras de orgullo, patriotismo y esperanza de reconciliación en un país políticamente dividido, el legado de Francisco en su patria es complicado. Pocas fotos del Papa Francisco se ven en Buenos Aires, la capital argentina, a diferencia de las estrellas del fútbol Diego Maradona y Leonel Messi, que llevaron a su país al éxito en la Copa del Mundo.
Los observadores atribuyen la modesta estatura del Papa en su tierra natal a la política, con políticos de todos los bandos tratando de retratarlo como un compañero o, en el caso del actual presidente Javier Milei, hablando mal del Papa por sus enseñanzas. A menudo, los comentarios del Papa se analizaban tanto por sus sentimientos políticos como por su carácter pastoral.
Al parecer, muchos argentinos siguieron viendo al Papa como el cardenal Bergoglio, una figura centrada en asuntos locales más que el líder de la Iglesia universal.
“Los argentinos a Bergoglio no lo hemos dejado ser Francisco”, dijo el arzobispo García Cuerva en una Misa celebrada el 24 de febrero, en la que los argentinos rezaron por el Papa, entonces hospitalizado. “Lo hemos metido siempre en el barro de nuestras discusiones estériles, lo hemos metido en nuestras grietas (políticas)”.
Los asistentes se aferraban a fotos del Papa Francisco, vestían los colores familiares de Argentina, celeste y blanco, y llevaban imágenes de Nuestra Señora de Luján, la patrona nacional.
“Me confirmó”, dijo Felipa Acosta, feligresa de la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, que lleva el nombre de la patrona de Paraguay. Acosta recordó que el Papa Francisco visitó la parroquia en una de las muchas villas de Buenos Aires, lugares que muchos en la sociedad preferían evitar
Estuvo “todo el tiempo muy cerca nuestro”, dijo Claudia Tejada, quien recuerda las visitas mensuales del futuro Papa a su parroquia. Lo recuerda tomando yerba mate, una infusión popular, y charlando con los feligreses.
Pero no se pudo evitar la complicada relación entre el Papa y su país natal, algo que el arzobispo García Cuerva abordó en comentarios alusivos a las actitudes de los argentinos y de los católicos de otros países.
“Le hemos querido enseñar casi de manera atrevida, lo que significaba ser papa, como si nosotros tuviéramos el manual para eso”, dijo García Cuerva en febrero.
“Y sin embargo nos quiso y sin embargo nos quiere y sin embargo nos tiene en su corazón. Hizo eso propio de un padre amoroso. Ese es Francisco, el papá de todos, pero que sabemos que en su corazón hay mucho de argentino y mucho de porteño”, dijo sobre el Papa Francisco, usando un apodo común y cariñoso para los nativos de Buenos Aires.
El Papa Francisco nació en Buenos Aires y creció en Flores, un barrio de clase media. Fue provincial de los jesuitas — aunque su mandato terminó con acritud, según los observadores — y fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires en 1992. Fue elevado a arzobispo en 1998 y a cardenal en 2001.
Como arzobispo de Buenos Aires, el Papa Francisco era conocido por su ministerio de base y sus enfrentamientos con la élite política argentina, especialmente con el difunto presidente Néstor Kirchner y su esposa, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, por su política peronista. Aunque en un principio se mostró glacial, Fernández de Kirchner se acercó más tarde a Francisco y le visitó en Roma en varias ocasiones. Aun así, su pontificado se ha visto a menudo envuelto en las tensiones políticas de Argentina, y sus expresiones — o sus silencios — han sido objeto de escrutinio por parte de líderes de todo el espectro.
También comenzaron a aparecer los llamados “amigos de Francisco” y supuestos voceros con mensajes tras viajes a Roma. Esto obligó a la conferencia episcopal argentina a pedir que desistieran, diciendo que la práctica había generado confusión y justificado “lamentables” tergiversaciones y distorsiones de su figura y sus palabras.
También surgieron críticas porque el Papa no visitó Argentina. Durante su pontificado, el Santo Padre visitó algunos países de Sudamérica y en dos ocasiones sobrevoló territorio argentino de camino a Paraguay y Chile. Muchas veces habló de visitar, pero nunca lo hizo.
Una visita a Argentina podría haber sido utilizada políticamente a favor o en contra del gobierno de turno, dijo Mariano De Vedia, editor de La Nación de Argentina. “Yo creo que hubiera tenido un gran fervor popular en las calles” de haber visitado “y al mismo tiempo debates por sus posiciones”.
Argentina continuó su alejamiento del catolicismo tras la elección de Francisco. Alrededor del 62,9% de los argentinos se identificaron como católicos en una encuesta de 2019 de la institución de investigación CONICET, por debajo del 76,5% de 2008. El número de personas que se identifican como no religiosas alcanzó el 18,9%, superando el crecimiento de las congregaciones protestantes y de otro tipo.
El aborto se despenalizó en el país en 2020, a medida que el movimiento feminista adquiría influencia. Los obispos argentinos se opusieron amargamente a la despenalización del aborto, especialmente porque se produjo durante una pandemia en la que la Iglesia — especialmente los curas villeros — trabajó para alimentar y cuidar a las poblaciones sumidas en la penuria económica.
El Papa Francisco prestó especial atención a las “villas miseria” en una época en la que pocos entraban en esos barrios, apoyando su labor al servicio de comunidades asoladas por la pobreza y las adicciones.
“Nos sentíamos realmente muy cercanos y he hecho ya como un obispo que está presente y que además buscaba solucionar los problemas”, dijo el padre José María di Paola, un destacado cura villero conocido como el Padre Pepe.
Los curas villeros promovieron la visión del Papa de ir a las periferias. Se sintieron especialmente ofendidos por el ascenso del presidente Milei, que una vez tachó al Papa de “zurdo asqueroso”. Los curas villeros celebraron una Misa de desagravio en una de las villas tras los comentarios de Milei.
Milei asumió el cargo en 2023 con un programa de recortes del Gobierno. El Papa Francisco se apresuró a felicitarle. Milei viajó al Vaticano para una visita y pidió al Papa que le visitara.
El 21 de abril Milei dijo: “A pesar de las diferencias, haber conocido su bondad fue un verdadero honor”.
La oficina del presidente había comunicado formalmente la noticia diciendo que el Papa había liderado la Iglesia católica “con entrega y amor desde el Vaticano”.
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