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Kevin, un monaguillo que da lecciones de inclusión
Kevin Rodriguez recibe el copón de manos del diácono Ruben Vargas, después de la comunión, en la Misa del 29 de enero en la parroquia del Sagrado Corazón en Rowlett.

Carismático y entusiasta, el joven de 15 años, demuestra por qué la integración de todos los fieles es una necesidad para la Iglesia.

Por Violeta Rocha
Especial Revista Católica

ROWLETT—Hace cinco años cuando Nallely Ramírez vio por primera vez a su hijo Kevin servir en el altar, sintió un nudo en la garganta y el corazón embargado de alegría.

“Esa misma emoción siento cada vez que lo veo servir, no importa si lo llaman domingo tras domingo o si pasan semanas sin que lo haga, mi corazón se alegra cada vez como el primer día”, declaró Ramírez, feligresa de la parroquia del Sagrado Corazón en Rowlett.

Kevin Rodríguez nació con Síndrome de Down en Zacatecas, México y cuando tenía cinco años emigró al norte de Texas con sus padres.

Desde temprano su madre notó el gusto de su hijo por la oración y la cercanía con la Iglesia. Años más tarde decidió preguntar en su parroquia si podía servir como monaguillo.

“Es una dicha verlo independiente, alegre y servicial”, narró Ramírez. “En nuestra parroquia involucran mucho a las personas discapacitadas y las impulsan”, agregó.

De acuerdo con Ramírez, Kevin se comunica verbalmente pero tiene poca dicción, sin embargo se vale de su lenguaje corporal. El joven de 15 años ora junto a su familia y comparte socialmente con sus compañeros monaguillos.

“Me gusta mucho ver que se involucre y sepa que él puede hacer lo que se proponga”, agregó Ramírez.

UNA IGLESIA DE TODOS

Con voz alegre y energética Kevin dijo que gusta ir cada domingo a Misa porque siente “amor a Dios”. Mientras lo explicaba, el joven hacía la silueta de un corazón con sus manos.

Al preguntarle qué es lo que más le gusta de servir en el altar, juntó sus manos e hizo una reverencia dirigiendo su mirada hacia la imagen de la Divina Misericordia y de la Virgen de Guadalupe que tienen en su hogar.

“Kevin es un niño súper alegre que te levanta el día”, dijo Norma Arreola, que fungió como catequista de Kevin y fue instrumental para que pudiera completar la formación como servidor del altar.

Arreola explicó que el Catecismo adaptado para la enseñanza de niños y jóvenes discapacitados, se apoya en guías basadas en las necesidades de ellos y buscando su máxima integración.

“Los adultos somos los que ponemos barreras pues los niños pueden hacerlo todo, simplemente uno es quien los limita”, dijo afirmando que ver a Kevin servir en el altar es un gran logro.

Melissa Waldon, directora adjunta del Ministerio de Discapacidades de la Diócesis de Dallas, dijo que se provee entrenamiento con base en las necesidades individuales de cada parroquia, así como herramientas y recursos dirigidos a la feligresía discapacitada.

“Queremos que cualquier persona discapacitada que quiera estar involucrada de lleno en la vida de la Iglesia, tenga el mismo acceso que todos los demás”, explicó. “Todos estamos llamados a algo”, agregó.

De acuerdo con Waldon, en el área de formación de fe dirigida a personas con discapacidades, en diciembre de 2022, cerca de 60 catequistas diocesanos recibieron entrenamiento en español. El próximo mes de agosto se brindará otro espacio de capacitación a catequistas.

El ejemplo de servicio de Kevin ha dado frutos en su familia. Recientemente Julia, su hermana menor, declaró que quería seguir los pasos de su hermano y hacerse servidora de altar.

“Kevin es muy bueno, hace todo bien y me gusta ver cómo sirve en el altar” dijo Lupita Rodríguez de 9 años.

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