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Con pasos pequeños, nace nueva era de la tradición guadalupana

Matachines de Catedral celebraron 25 años de danza, inaugurando un nuevo capítulo: Las Estrellitas de la Virgen.

Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas

DALLAS— Desde que tenía tres años, Daniel Avilez, supo que quería bailarle a la Virgen de Guadalupe. Cuatro años después, este diciembre, su sueño se hizo realidad cuando la Danza Matachines de la Catedral Santuario Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe, convocó a niños entre los 4 y 14 años, para dar forma a un nuevo capítulo: la danza Estrellitas de la Virgen.
El ministerio encontró en la formación de nuevos danzantes, la mejor forma de celebrar medio cuarto de siglo de historia en la Diócesis de Dallas.
“Siempre veía la danza de los grandes y yo quería bailar como ellos”, recordó Avilez que a sus siete años ya fue designado capitán de las Estrellitas de la Virgen.
“Significa ser ejemplo para los demás niños, pero lo más importante para mi es sentirme orgulloso de danzarle a la Virgen de Guadalupe y quiero seguir danzándole por mucho tiempo más, porque quiero que se sienta orgullosa de nosotros”, agregó.
Las Estrellitas de la Virgen nacieron por iniciativa del rector de la Catedral, el padre Jesús Belmontes, quien recibió el apoyo de cuatro líderes vinculados a la danza de adultos, para con su experiencia enseñar a los pequeños las coreografías, el toque de instrumentos y asesorarlos en el vestuario.
Ana Ríos, coordina las Estrellitas de la Virgen y definió la experiencia como “un aprendizaje de parte de los niños, porque aprendimos a hablarles con paciencia y amor”. Agregó que el ministerio además de danzarle a la Virgen, les enseña disciplina.
Ríos pertenece a la Danza Matlachines de la Catedral desde hace 10 años, pero en esta oportunidad decidió no danzar para poder concentrarse en preparar a las ‘Estrellitas’ que hicieron su debut el 3 de diciembre cuando inició la novena a la Virgen Morena en Dallas.
Los padres de familia también pusieron de su parte para echar a andar el ministerio, comentó Ríos. “Los papás se han involucrado mucho en trabajar con los trajes de los niños, creando una armonía hermosa entre todos”, dijo.
Al vestir por primera vez su traje completo de Matlachin, con huaraches, nahuilla, chaleco y penacho, Daniel se sintió “contento por todo el trabajo que hicimos y por el esfuerzo de mi mamá que trabajó más de una semana en mi penacho y uso todas sus fuerzas para terminarlo”, comentó.
Las Estrellitas de la Virgen estrenaron sus vestuarios el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción.
Cuando el grupo ingresó a la Catedral danzando, Ríos sintió que el esfuerzo de tantas semanas de ensayo y disciplina, fue recompensado.
“Verlos brillando, danzando en el pasillo hacia el altar, frente a la Virgen, con esa emoción y esa gran sonrisa pura que nace de sus corazones fue mi recompensa”, comentó.
El padre Belmontes explicó que la inquietud partió de muchos niños pertenecientes a la parroquia que venían pidiéndole estar en una danza. El sacerdote dijo que uno de los requisitos para integrarse al grupo es “ser buenos estudiantes, obedientes con sus padres y portarse bien”.
Con haber creado las Estrellitas de la Virgen, “hay un espacio en la Iglesia para ellos, para que se sientan considerados y para que se esmeren en ser buenos niños”, dijo el sacerdote mexicano.
“No solo son los adultos que cargan a los niños, sino los niños que a través de su si están acarreando a los adultos y los están poniendo a los pies de María”, agregó el padre Belmontes.
ORGULLO PATERNO
Para Pedro Muñiz, coordinador de la Danza Matlachines de la Catedral, poder servir enseñando a los más pequeños “es un renacer” como matachín y “cosechar frutos como padre”, pues su hijo Bruno, de ocho años, hace parte de las Estrellitas de la Virgen.
“Verlo ensayar con todo el grupo es una alegría, pero verlo danzar de la cocina a la sala de la casa, tomando su propia responsabilidad para danzar bien, es algo que sé, solo le puedo agradecer a la Virgen”, comentó Muñiz que ingresó a la danza a sus 21 años y sirve como Monarca o guía de los danzantes.
Muñiz explicó que en la preparación de los niños, hay un deseo firme por educarlos en la fe y en la historia sagrada.
“No solo es brincar, es aprender y entender cada paso, porque cada baile, cada danza, tiene su significado y su raíz en la Biblia y aunque ellos estén pequeños es bueno explicarles”, comentó.
Agregó que por sugerencia del padre Belmontes los pequeños matachines reciben charlas sobre los santos y el milagro guadalupano.
Heidi Martin del Campo de 13 años y su hermano Jorge de 10, se integraron a Las Estrellitas de la Virgen sintiendo el llamado de acercarse más a María.
Aunque sabe que la Virgen está en todas partes, danzarle en su santuario en Dallas “es un orgullo, porque siento que cuando danzamos, la Virgen esta ahí con nosotros”, comentó la jovencita que fue designada Monarca del grupo.
“Ha sido una bendición trabajar junto a todas las familias y los maestros, porque siempre hemos sido guadalupanos, y estar en su santuario es una bendición”, dijo Dalia Martinez, madre de Heidi y Jorge.
Aunque no sabía tocar un instrumento, desde que Clarisa Medina de nueve años se integró a Las Estrellitas de la Virgen, supo que quería aprender a tocar el tambor.
Junto a ella otros cinco niños recibieron la instrucción de Adilene Ontiveros para saber cómo tocar el tambor mientras danzan a la Virgen de Guadalupe.
“El tambor es el latido de la danza”, dijo Ontiveros, quien ha sido parte de la danza de adultos de Catedral durante una década.
Para Ontiveros, tocar el tambor en la danza matlachin, significa agradecimiento. “Es una ofrenda” y poder enseñar a los niños “es sembrar esa semilla en cada uno de ellos y que sigan creciendo en su fe”.

Pie de foto: El obispo Edward J. Burns posa junto a algunos de los niños de la danza Estrellitas de la Virgen, el 11 de diciembre en la víspera de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en la Catedral de Dallas. Foto: Especial para RC/Tacho Dimas

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