Joven autista encuentra en la vida parroquial, una avenida de desarrollo y superación personal.
REVISTA CATOLICA DALLAS
Feliz y sonriente, Daniel Cerda recibe todos los domingos a los feligreses que acuden a la primera Misa dominical en la Iglesia de San Felipe Apóstol en Dallas.
Desde que su hermano Alexis se hizo monaguillo, el joven sintió el deseo de participar en la vida de la Iglesia y hoy completa cuatro años sirviendo como acomodador.
Todos los que lo conocen, saben que en la iglesia, Cerda de 20 años y diagnosticado con autismo, se siente aceptado.
Con mucha confianza se dirige a la gente para invitarla a encontrar un lugar en las bancas o para indicarles cuando es tiempo de pasar a comulgar durante la Misa de las 7:30 a.m.
“Lo bonito de estar ahi es ver que se siente aceptado por las personas que lo rodean”, dijo su madre, Martha Cervantes.
Daniel no escribe ni lee y por cuenta de su discapacidad se distrae con frecuencia. Sin embargo Cervantes se siente agradecida por el soporte que recibe en la parroquia.
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