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Parroquia y escuela: un solo taller de vida

Por: Dr. Diana Torres-Rivera
Especial para Revista Católica Dallas

De la misma manera que la parroquia tiene el deber de servir a la comunidad, la escuela parroquial es parte esencial de ese mismo ambiente de servicio y misión. La escuela también tiene el deber de servir a la comunidad a la que pertenece, y su labor no puede entenderse separada de la vida parroquial. Por eso, construir puentes entre parroquia y escuela no es un detalle secundario, sino el primer paso para asegurar el éxito de la tarea evangelizadora y educativa que compartimos.

En la Escuela de Santa Cecilia hemos experimentado la riqueza de esta colaboración. Nuestra escuela mantiene lazos fuertes con la parroquia y con el programa de catecismo que se lleva a cabo en nuestras aulas, no solo en horario escolar, sino también en las tardes, cuando el espacio se transforma en lugar de encuentro y formación cristiana.

De esta manera, la escuela se convierte en un hogar compartido en el que se unen la misión evangelizadora y la educativa.Las escuelas católicas estamos llamadas a formar santos y eruditos. Esa visión diocesana va más allá de estándares académicos, pues abarca también el desarrollo del alma. Por eso los líderes escolares tenemos el deber de hacernos presentes en los ministerios parroquiales: allí se fortalecen los lazos de confianza, los fieles reconocen la escuela como parte de su misión y la recomiendan con orgullo. La escuela no es un ministerio aparte; es el crisol donde se unen la evangelización y el servicio.

En nuestra experiencia, la presencia constante de los sacerdotes ha sido un regalo. Nos acompañan en retiros espirituales para maestros, reuniones de facultad y en la vida cotidiana del plantel. Esto nos recuerda que estamos todos llamados a remar juntos como pescadores de hombres.

Otra dimensión valiosa es la relación con los catequistas. Colaborar en el crecimiento de los catequistas es un privilegio que fortalece nuestra misión compartida.

Un puente fundamental es la participación de los estudiantes en la misa semanal. La Eucaristía es el centro de nuestra fe y, por tanto, del quehacer escolar. Cuando los sacerdotes visitan las clases de religión para enseñar sobre la misa, los niños descubren al sacerdote como guía cercano en su camino de fe. Así se refuerza el vínculo estudiantes, clero y comunidad.

El resultado de esta colaboración es que toda la comunidad entiende que la escuela y la parroquia no son espacios separados, sino un mismo hogar al servicio del Evangelio. Parroquia y escuela son dos brazos de una misma misión: formar corazones agradecidos, mentes curiosas y almas que caminen hacia la santidad.

La doctora Diana Torres es la directora de currículo e instrucción de la escuela de Santa Cecilia en Dallas.

Pie de foto: El padre Gaspar Oladosu, vicario de la Iglesia de Santa Cecilia en Dallas, saluda a un estudiante el 13 de agosto, durante el regreso a clases del ciclo 2025-2026. Foto Especial para RC/María Olivos

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