Como un ejército bien sincronizado, ministerios parroquiales deleitan a los comensales y contribuyen al progreso de su iglesia.
Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas
DALLAS—Cuando los feligreses salen de misa cada domingo en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar (NSP), un aroma familiar los regresa a su México natal. A pocos metros de allí, manos laboriosas asan cebolla, cortan carne, añaden chile molido y cocinan gorditas de maíz en la parrilla. Son los integrantes de varios ministerios parroquiales que trabajan con sincronía cocinando platillos típicos para servir a su comunidad y apoyar a su parroquia con fondos necesarios para solventar proyectos vitales.
Cada semana un ministerio distinto se encarga de la cocina. Entre ellos figuran el Ministerio de Comunidades de Familia que está integrado por 120 matrimonios, los servidores de altar y el Camino Neocatecumenal, entre otros. Los adultos vienen acompañados de sus hijos. Niños y jóvenes prestan ayuda a sus padres y aprenden desde pequeños a poner la belleza de sus tradiciones al servicio de la Iglesia.
“Me gustan mucho los nachos y los tacos”, dijo Mateo López de siete años. Su padre, Saúl López, oriundo de Michoacán compartió que cada domingo su familia gusta de comer en la cafetería de NSP para “convivir y al mismo tiempo colaborar un poco con nuestra iglesia”.
Siga leyendo en la edición impresa de octubre, disponible en parroquias suscritas de la Diócesis de Dallas.