Por Violeta Rocha / Especial para RC Dallas
DALLAS — Si se trata de ayudar, Elvira Pérez siempre ha dicho “aquí estoy” para la comunidad de la escuela de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (OLPH). Si se trata de deleitar el paladar, padres, maestros y estudiantes, saben que cuentan con “la sazón de la señora Pérez”, como llaman cariñosamente a la encargada de la cocina en ese plantel diocesano del sur de Dallas.
Durante las últimas dos décadas, Pérez de 68 años y cuyos cinco hijos se graduaron de OLPH, se ha dedicado a alimentar con esmero a los más de 150 estudiantes que tiene el plantel.
En su mayoría provenientes de hogares con herencia y raíces mexicanas, en la dieta de las familias de OLPH, no falta la salsa como un acompañante de comidas típicas, botanas y platillos tradicionales.
Por eso la famosa salsa mexicana de la señora Pérez, se ha convertido en un sello distintivo y muy solicitado entre los comensales de la comunidad escolar.
UN GRANITO DE SALSA
También se ha convertido en una fuente esporádica pero importante de fondos para OLPH, pues la señora Pérez destina las ganancias de la salsa para ayuda del plantel.
“Estoy muy orgullosa de haberme enseñado a hacer esta salsa y que otros conozcan mi sazón”, dijo Pérez que fue motivada por la ex contadora de la cafetería, para que vendiera su famosa salsa a las familias de la comunidad.
Con un poco de duda, hace seis años se aventuró a preparar sus primeros 40 frascos de 12 onzas de salsa. Ella no esperaba nada.
El resultado fue exitoso y desde entonces, Pérez prepara la salsa por pedido siguiendo un calendario de producción alineado con eventos como el Regreso a Clases, el Día de Acción de Gracias o la temporada de Navidad.
“Hay benefactores que hacen pedidos de hasta 50 frascos”, explicó Pérez que en tiempos de alta demanda ha llegado a envasar hasta 300 frascos de salsa en solo tres días.
Una vez envasada, dijo, la salsa se conserva hasta por dos años, mientras el frasco no sea abierto.
Al prepararla, la señora Pérez se esmera para que sus clientes disfruten de un momento especial en la mesa.
“Espero que quienes compren mi salsa la coman en familia y que compartan todos en la mesa, que opinen que está muy sabrosa y que la disfruten”.
Su receta es sencilla: una mezcla de jitomate, cebolla, ajo y especias, pero con un toque especial.
Pérez dijo que con los años fue experimentando con diversos ingredientes y cantidades hasta llegar “al toque perfecto”, pero aseguró que nada de eso daría un resultado agradable sino fuera por el amor y empeño que le pone a la preparación.
“Quiero ayudar a la escuela para que tenga más fondos y que esto traiga bien para todos los niños”, declaró.
Mary Lynn Clifford, directora de desarrollo en OLPH celebra “la dedicación y el trabajo totalmente voluntario” de la señora Pérez. “Todos estamos muy contentos y agradecidos con su salsa”, comentó.
En el reciente regreso a clases, se vendieron 50 frascos de la salsa, dijo Clifford y agregó que la escuela suele anunciar a la comunidad cuando la señora Pérez va a prepararla en anticipación de un evento especial.
“Como mamá estuve muy contenta de educar a mis hijos en OLPH y que siguieran su educación en escuelas católicas”, comentó Pérez. “Ahora ver a mis nietos me llena de alegría”, agregó.
Pie de foto: Elvira Pérez enseña un frasco de 12 onzas de su salsa mexicana. Las ventas de la salsa aportan fondos a la escuela OLPH. Foto: Especial para RC/María Olivos














