Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas
DALLAS—Como cada año, desde hace casi una década, Ermelinda Servin, sus cinco hijos y su suegra, observaron el Día de los Fieles Difuntos, el 2 de noviembre, yendo juntos al cementerio Calvary Hill. La familia llevó flores a la tumba del suegro fallecido en 2015, oró y asistió a misa.
Junto a ellos cerca de 500 personas se reunieron este año en la celebración eucarística y se unieron en oración frente a la capilla del cementerio para recordar a sus familiares con solemnidad y alegría, pues la celebración incluyó música y comida.
Luz y esperanza
Berenice Hernández originaria de Dallas, llevó a su hija de un año de edad a visitar la tumba de su padre. El joven falleció a los 22 años hace poco más de un año cuando ella estaba embarazada.
Hernández, de padres nacidos en Zacatecas, México, colocó flores y velas en la tumba “para que siempre tenga luz” y desde un celular escuchó algunas de las canciones favoritas de su esposo.
La joven madre dijo que quiere que su pequeña adopte la tradición de visitar el cementerio en el Día de los Muertos, porque “recuerda a quien ya no esta aquí, pero siempre está en tu corazón y en tu mente”.
Siga leyendo en la edición impresa de noviembre, disponible en parroquias suscritas de la Diócesis de Dallas.
