Padres mexicanos utilizan la tradición para cultivar en sus hijos las enseñanzas de la Iglesia.
Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas
DALLAS— Este 6 de enero en el hogar de la familia Rosales Pérez, la tradición de compartir la Rosca de reyes y celebrar el día en que los Magos de Oriente encontraron al Niño Jesús, tendrá un sabor diferente.
A sus 15 años Lizeth, la segunda de cinco hermanos, horneará por primera vez el pan ovalado que simboliza la infinidad del amor de Dios y pondrá con cuidado la fruta confitada que lo hace más dulce y representa las joyas de la corona que cada Rey Mago llevaba puesta cuando siguiendo la estrella encontraron al mesías.
Dentro de la rosca, Lizeth esconderá la tradicional figura de plástico que representa al Niño Dios.
Y tal como se lo enseñó su mamá, Irene Pérez, la joven integrará el color rojo rubí y el púrpura con frutos secos de membrillo e higo. También añadirá colorante amarillo para representar el oro, el incienso y la mirra que llevaron los reyes a Jesús.
“Oro porque es el rey, mirra porque es hombre, humano como nosotros e incienso porque es Dios”, explicó Pérez.
Su hija que suele preparar bocadillos y pasteles para su familia y amigos, ha crecido junto a sus hermanos en un hogar devoto de las tradiciones religiosas.Para la jovencita el reto de hornear este año la rosca de reyes es una muestra de agradecimiento a sus padres por la herencia de fe que le han dado.
“Es algo importante que hacemos en casa y sabiendo el significado que tiene para nuestra fe y para nuestra cultura me da gusto hacerla yo misma”, dijo la jovencita que desde hace ocho años baila con la Danza Perseverantes de Matachines en su parroquia, la Iglesia de El Buen Pastor en Garland.
Además hace siete años la familia Rosales Pérez se integró al Ministerio de Misa con Niños en la Iglesia de El Buen Pastor.
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